¿Tienes algo que no hayas recibido? Y, si lo has recibido, ¿a qué tanto orgullo, como si nadie te lo hubiera dado? (1Co 4).
A veces creo que he ganado todo lo que tengo,
que merezco todo lo que la vida me ha dado,
que soy mejor y más esforzado que otras personas,
a las que miro con desprecio y arrogancia.
Líbranos del orgullo y la chulería.
Cúranos, Señor.
No tengo nada que no haya recibido:
la vida, el amor, la inteligencia, la cultura, la fuerza...
la voluntad para multiplicar las capacidades recibidas.
Todo me lo has dado gratuitamente.
Enséñanos a ser humildes y agradecidos.
Gracias, Señor.