jueves, 30 de mayo de 2019

Esperar con María

María, Madre de Jesús y Madre nuestra, ya ha pasado el Viernes Santo. Agotaste tu reserva de lágrimas acompañando a tu hijo y recogiéndolo entre tus brazos, Virgen de la Piedad…

Poco a poco, se abren claros en los nubarrones de Viernes. Encerraste el dolor en la alacena del recuerdo y abriste la ventana de la esperanza.

Nadie creía ya en las palabras de Jesús, que hablaban de resurrección. Ni siquiera la Magdalena, ni siquiera sus apóstoles. Tú sí. Dichosa Tú, que has creído, porque lo que ha dicho Jesús se cumplirá.

No sabías cómo aparecería, ni cuándo, ni dónde. Pero estabas segura. Pronto Jesús te besaría de nuevo. Y Tú lo tomarías en tus brazos, como en Belén, como al pie de la cruz. Pero ahora más vivo que nunca.

Tu esperanza anticipó la alegría de la resurrección.

María, acompáñanos en nuestra espera, que a veces se nos hace larga. Queremos confiar, como Tú y contigo. Ayúdanos a creer que el bien de este mundo vencerá al mal. Ayúdanos a sentir como tu hijo Jesús nos va resucitando a una vida mejor, más solidaria, más plena, ya en este mundo. Ayúdanos a creer en la vida eterna. Amén.