lunes, 5 de octubre de 2015

Como los de Emáus

Jesús, ¡cuantas veces mis ojos no te reconocen
y creo estar solo! ¡Cuántas veces pienso
que estas lejos, que eres indiferente a mí,
y en definitiva que todo lo tuyo es un cuento!

Y como los de Emáus, me quedo triste, desanimado,
sin saber qué pensar. Y, sin embargo,
yo sé bien, Jesús, que estás cerca.

Eres compañero de camino, siempre cercano.
Si mis ojos y mi corazón no te saben reconocer,
no dejes que caiga en la tentación
de pensar que tú no estás.

Mis ojos pueden estar ciegos, mi corazón puede
no sentirte, pero yo siempre sabré y creeré, Jesús,
que estás cerca, muy cerca,
¡Esto es la fe y yo quiero tenerla!