domingo, 4 de octubre de 2015

Gracias por el encuentro

Gracias, Padre.
Hemos estado juntos hablando de Ti,
de nuestra vida y proyectos,
alegrías y dificultades,
esperanzas y compromisos...

Jesús en medio,
y su Evangelio abierto.
¡Qué sólida su presencia
y qué sonoro su silencio!
Sentíamos fuego en las entrañas
respirando con él, al unísono,
el mismo aire y vida.
Ha sido un hecho salvador
a pesar de su sencillez y naturalidad,
como cuando estaba con sus amigos.
Fue a casa de Zaqueo, y cambió su vida.
Nicodemo le citó de noche, y descubrió el día.
Conversó con la Samaritana, y la hizo mujer nueva.
Se hospedó en casa de Marta y María,
y les enseñó a vivir con serenidad y alegría.
Entró donde estaban sus discípulos, y los sacó fuera.
Todo se hace nuevo,
todo adquiere sentido,
todo tiene vida,
todo es buena noticia con él.
Gracias, Padre.
Ahora, al terminar este encuentro,
nuestro corazón late de agradecimiento
y te cantamos lo mejor que sabemos:
¡Aleluya, Padre/Madre, por todo!
Somos un poco más hijos tuyos.
Mañana será mejor.
Será más cálida la presencia de Jesús,
más sonoro su silencio.
Hablaremos mejor de Ti.
Sentiremos más dentro a los pobres, tus preferidos.
Tu Reino estará más cerca.
Nos haremos más hermanos.
Mañana será mejor
Gracias, Padre, por este encuentro.

Florentino Ulibarri