Hija mía, que estás en la Tierra. Preocupada, tentada, sola…
Yo conozco perfectamente tu nombre, y lo pronuncio santificándolo, porque te quiero.
No, No. No estás sola, sino habitada por mí, y juntos construiremos ese reino del cual serás tú la heredera.
Me gusta que hagas mi voluntad, porque mi voluntad es que seas feliz y mi gloria consiste en que los hombres y mujeres vivan en paz y gozo.
Cuenta siempre conmigo, y tendrás el pan de cada día, no te preocupes, sólo te pido que sepas compartirlo con tus hermanos.
Yo perdono todas tus ofensas, incluso antes de haberlas cometido.Por eso te pido que hagas tú lo mismo con los que a ti te ofenden.
Cógete con fuerza de mi mano para que nunca caigas en la tentación. Yo te libraré de todo mal, porque tú eres mi hija muy querida.
Y después de escuchar a Dios, respondo: Padre nuestro...
José Luis Martín Descalzo