lunes, 14 de diciembre de 2015

Salmo al final del día

Señor, confesamos nuestra debilidad: Hoy hemos andado caminos oscuros, hambreando pequeñas satisfacciones lejos de tu cabaña, cuando tú te acercabas y nosotros nos retirábamos como si tú fueses un extraño.

No te hemos conocido ni en el pobre de la esquina, ni en el amigo pesado de siempre. Nos costé verte en el anciano, y en el lamento del enfermo.

Cerramos los ojos ante el que deseaba ser escuchado y no te descubrimos presente en todo.

Ahora, Señor, puedes dejarnos descansar en paz, porque deseamos verte mañana en todos los acontecimientos del día. Queremos ser tú y colaborar contigo a implantar la civilización del amor.

Ahora, Señor, cuando la noche cierra sus ojos para soñar y las estrellas nos miran con sus ojos grandes, danos tu paz, la que el mundo no puede dar.

La paz de descansar entre tus manos sintiendo que tú te acercas a mí y estampas un beso de amor en mis frías mejillas y me dices con el lenguaje de tu silencio: “Mañana será mejor, hoy acepto tu pobre entrega”. Amén.