Gracias por los profetas.
Desde el principio de los tiempos,
has ido poniéndonos personas que hablen de ti,
que nos ayuden a entenderte y a seguirte.
Juan llegó a tu tierra y no le conocían.
Él venía a presentarte.
Y le rechazaron, porque nadie puede ser profeta en su tierra.
Te damos gracias por tantos profetas
que nos han ido hablando de ti,
nos han entusiasmado con tu reino,
y contagiado con tus valores.
Profetas sencillos en la escuela,
en la familia, en el barrio, en el trabajo.
Profetas de la vida
que nos han traído hasta hoy,
entusiasmados con tu vida
y con la construcción de otro mundo
más justo, humano y fraterno.
Mari Patxi Ayerra y Álvaro Ginel