Hoy queremos expresarte, Padre,
nuestra ilusión y nuestra alegría
porque tu aliento nos anima y guía,
tus manos nos alzan y sostienen
y en tu regazo encontramos ternura y descanso.
Con el corazón encogido por tanto don recibido
y tanto horizonte abierto,
nos brota con facilidad la alabanza.
Desbordados por tu amor
y llenos de gozo te ensalzamos.
Queremos vivir el presente
con la fuerza de las opciones hechas
y de los pasos dados,
con la paz de quien se siente querido
y la tensión y vigilia de quien ama.
Lleva a buen término lo que has comenzado.
No dejes, Padre, que nuestro orgullo o cobardía,
nuestras incongruencias y dejadez
estropeen el trabajo que cada día,
con paciencia y esmero,
Tú vas haciendo en nosotros.
Sigue abriendo nuestro corazón a tu Palabra
que se hace carne en tantos rostros conocidos,
y en tantos rostros que aún no conocemos.
¡Queremos alabarte siendo hijos tuyos fraternales!
Florentino Ulibarri