Señor, esta noche tengo miedo, siento el corazón terriblemente oprimido. Me es difícil comprender que tú construyes desde mi nada, pues sabes de mis debilidades y pecados y me das tu gracia y tu fuerza.
Señor, ¿por qué la noche es tan oscura? Dime si es verdad que tú me amas… en mis dudas.
Hoy no puedo más, necesito sentir tu presencia en mis ausencias, necesito tocar tu cercanía cuando te siento dolorosamente lejano. A veces creo no poder más, el camino es demasiado largo y me voy agotando al caminar.
Cuando cae la noche sobre mi pueblo y se encienden las primeras luces de las casas, me acerco a ti de puntillas, sin maquillajes, sin falsedades, con mi traje viejo y sin miedos.
Al verme, Señor, te he visto sonreír, como si me esperases desde siempre; con tus manos me has estrechado el corazón, poco a poco la noche se ha alejado sin prisa, ha vuelto la luz, la mañana sonreía con una luz nueva; detrás de la noche vino galopando el día, y mi alma se llenó de un gozo indescriptible, estalló la sinfonía del amor.