Cuando el Señor cambió la suerte de Sión, 
nos parecía soñar: 
la boca se nos llenaba de risas, 
la lengua de cantares.
Hasta los gentiles decían: 
«El Señor ha estado grande con ellos.» 
El Señor ha estado grande con nosotros, 
y estamos alegres.
Que el Señor cambie nuestra suerte, 
como los torrentes del Negueb. 
Los que sembraban con lágrimas 
cosechan entre cantares.
Al ir, iba llorando, 
llevando la semilla; 
al volver, vuelve cantando, 
trayendo sus gavillas.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo, 
como era en el principio, ahora y siempre, 
por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 125