jueves, 24 de septiembre de 2015

La esperanza salvada del desastre

Cuando todo se desmorona
en nuestros proyectos humanos,
en nuestros apoyos terrestres;
cuando de nuestros más bellos sueños
sólo nos queda la desilusión;
cuando nuestros mejores esfuerzos
y nuestra más  firme voluntad
no alcanza el objetivo propuesto;
cuando la sinceridad y el ardor del amor
nada consiguen,
y el fracaso está ahí, desolador y cruel,
frustrando nuestras más bellas esperanzas.

Tú permances, Señor, indestructible y fuerte,
nuestro amigo que todo lo puede.
Tus designios permanecen intactos,
nada puede impedir
que tu voluntad se cumpla.
Tus sueños son más bellos que los nuestros,
y Tú los realizas.

Conviertes los fracasos en un triunfo mayor,
nunca eres vencido.
Tú, que de la pura nada
haces surguir el ser y la vida,
tomas nuestra impotencia
en tus manos creadoras,
con infinito amor,
y la haces producir un fruto, obra tuya,
mejor que todos nuestros deseos.
En Ti, nuestra esperanza se salva del desastre,
cumplida en plenitud.
Amén.