sábado, 3 de octubre de 2015

Feliz Año Nuevo

Señor Jesús, gracias por los deseos de paz y justicia que todos sentimos en el corazón, deseos que en en estas fechas laten con más fuerza.

Hoy deseamos a FELIZ AÑO NUEVO a todas las personas, conocidas y desconocidas. Nos deseamos lo mejor, a pesar de que sabemos que no nos van a faltar dificultades personales, familiares y eclesiales; políticas, económicas y sociales.

Más aún, sabemos que los males de nuestra sociedad, algunos tan graves y arraigados, no van a desaparecer fácilmente, por mucho que nos deseemos un Año Nuevo próspero y feliz. Y también somos conscientes de que no podemos prever y adivinar a ciencia cierta lo que sucederá en los próximos meses.

Sin embargo, tenemos motivos que fundan sólidamente nuestra fe y nuestra esperanza a la vista del Nuevo Año. Creemos en Ti, Jesús y Tú es nuestra esperanza. Nos apoyamos en la certeza de que Tú eres el Dios-con-nosotros y de que, en la andadura del Nuevo Año, seguirás fielmente a nuestro lado.

Nos acompañarás, no como simple testigo de nuestro quehacer y vivir, sino como alguien que asume con amor, como suya, nuestra causa personal; inspirándonos y defendiéndonos de los peligros, sobre todo de cuanto nos puede apartar de su voluntad y proyecto; y animándonos para construir el Reino y promover los valores que lo manifiestan: la verdad, la vida, la santidad, la gracia, la justicia, el amor y la paz.

Si te acogemos, Jesús, para que seas el centro vital de nuestra existencia, podremos hablar, con toda verdad, de Año Nuevo, porque caminaremos como hombres y mujeres nuevos, transformados por tu amor; contemplaremos la realidad e interpretaremos la vida y los acontecimientos desde la fe y la luz que Tú nos ofreces; y nos comprometeremos contigo, con la confianza de que construimos un mundo nuevo.

Gracias por esta esperanza, Jesús. Gracias por Santa María, tu madre y nuestra madre, Ella, mejor que nadie, nos ayudará a creer en Ti y a trabajar contigo para hacer realidad nuestras mejores esperanzas.