Gracias, Dios Padre Bueno, por el amor que nos tienes;
porque nos has creado a tu imagen y semejanza
a las mujeres y a los hombres,
para que, reconociéndonos diferentes,
hombres y mujeres trabajemos juntos
por un mundo más justo para toda la humanidad.
Te damos gracias por las madres y abuelas,
que son a la vez administradoras y decoradoras,
peluqueras, estilistas y consejeras,
activistas, niñeras y animadoras,
cocineras, maestras y enfermeras,
secretarias, psicólogas y chofer,
sin vacaciones o días libres,
de guardia 24 horas al día,
365 días al año.
Te damos gracias por las mujeres que trabajan
en centros educativos, asistenciales y sanitarios,
en oficinas y en cualquier otro lugar.
Gracias por su talento, su inteligencia y su intuición,
su constancia, su fortaleza y su sensibilidad.
Te damos gracias por las mujeres buenas y generosas
que han entregado su vida para mejorar la nuestra,
por las voluntarias que ofrecen su tiempo y su amor,
sin echar nada al bolsillo y dando todo el corazón.
Te damos gracias, Señor, por la fe de las mujeres,
por sus oraciones silenciosas y confiadas,
porque siguen siendo las principales transmisoras de la fe.
Gracias, Dios nuestro, porque nos amas
como una madre ama a la criatura de sus entrañas.