jueves, 1 de octubre de 2015

Tiempo de gracia y reconciliación

En verdad es justo y necesario,
darte gracias, Señor, Padre santo,
porque no dejas de llamarnos a una vida plenamente feliz.
Por ser bondadoso y rico en misericordia,
ofreces siempre tu perdón
e invitas a los pecadores
a recurrir confiadamente a tu clemencia.

Muchas veces los hombres hemos quebrantado tu alianza;
pero tú, en vez de abandonarnos,
has sellado de nuevo con la familia humana,
por Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor,
un pacto tan sólido, que ya nada lo podrá romper.

Y ahora, mientras ofreces a tu pueblo
un tiempo de gracia y reconciliación,
lo alientas en Cristo
para que vuelva a ti,
obedeciendo más plenamente al Espíritu Santo,
y se entregue al servicio de todos los hombres.

Por eso, llenos de admiración y agradecimiento,
unimos nuestras voces a la de los coros celestiales
para cantar la grandeza de tu amor
y proclamar la alegría de nuestra salvación.

Oh Dios, que desde el principio del mundo
haces cuanto nos conviene,
para que seamos santos como tú mismo eres santo,
mira a tu pueblo aquí reunido.

Cuando nosotros estábamos perdidos
y éramos incapaces de volver a ti,
nos amaste hasta el extremo.
Tu Hijo, que es el único justo,
se entregó a sí mismo en nuestras manos
para ser clavado en la cruz.

Así, pues, al celebrar el memorial de Jesucristo,
nuestra Pascua y nuestra paz definitiva,
y hacer presente su muerte y resurrección,
en la esperanza del día feliz de su retorno,
te ofrecemos, Dios fiel y verdadero,
la Víctima que devuelve tu gracia a los hombres.

Mira con amor, Padre de bondad,
a quienes llamas a unirse a ti,
y concédeles que,
participando del único sacrificio de Cristo,
formen, por la fuerza del Espíritu Santo,
un solo cuerpo, en el que no haya ninguna división.

Guárdanos a todos en comunión de fe y amor
con el Papa N.,
y nuestro Obispo N.

Ayúdanos a preparar la venida de tu reino,
hasta la hora en que nos presentemos ante ti,
santos entre los santos del cielo,
con María Santísima, la Virgen Madre de Dios,
los apóstoles y todos los santos,
y con nuestros hermanos difuntos,
que confiamos a tu misericordia.

Entonces, en la creación nueva,
liberada por fin de toda corrupción,
te cantaremos la acción de gracias de Jesucristo,
tu Ungido, que vive eternamente.

Plegaria Eucaristíca de la Reconciliación