Respóndeme cuando te invoco, oh Dios mi salvador;
tú, que en la angustia me diste alivio,
ten piedad de mí y escucha mi plegaria.
Y vosotros, hombres, ¿hasta cuándo ultrajaréis mi honor,
amaréis la vanidad y buscaréis la mentira?
Sabed que el Señor me ha mostrado su amor.
El Señor me escucha cuando te invoco.
¡Temblad, pues, y no pequéis,
reflexionad en vuestro lecho y callaos!
Ofreced sacrificios como es debido y confiad en el Señor.
Hay muchos que dicen: ¿Quién nos mostrará la felicidad?
Haz brillar sobre nosotros la luz de tu rostro,
pues tú, Señor, me das más alegría,
que si tuviera trigo y mosto en abundancia.
Me acuesto en paz y en seguida me duermo,
porque sólo tú, Señor, me haces descansar confiado.