jueves, 3 de diciembre de 2015

Discípulo

Querido Jesús, necesito que llames a la puerta de mi corazón.
Jesús, tengo ganas de ser amigo tuyo, muchas ganas.
¿Me admitirás en tu compañía?

Quiero conocerte por dentro, íntimamente, para admirarte y copiarte.
Copiarte he dicho, sí, porque aspiro a ser una copia tuya,
la más perfecta posible, sin dejar de ser yo mismo.

Además, quiero pasar contigo largos ratos:
mirarte, contemplarte, escucharte, hablarte
con los evangelios en la mano,
que siempre tienen algo inesperado y nuevo.

Y quiero comprometerme.
Sí; comprometerme contigo en todas las zonas de mi vida,
en casa y en la calle, en el trabajo y en los estudios,
con los amigos y en las diversiones:
definirme y luchar en todas partes
por los valores de tu evangelio,
la justicia y la fe, la solidaridad y la libertad, la paz.

Tendré que esforzarme muchísimo, lo sé,
contra tantas fuerzas exteriores e interiores
que me arrastran por otros derroteros.

¿Puedes echarme una mano, cariñosa y fuere?
Lo necesito, te necesito.
Porque yo quiero, quiero de verdad,
ser tu amigo, conocerte, estar contigo. comprometerme
y hacerme como Tú, una buena copia tuya.
Échame una mano, vamos,
y ahí va la mía, abierta, entera y deseosa.
Amén.