Acógeme, Señor, en tu casa
y regálame con tu presencia.
Unifica en Ti todas mis dispersiones.
Sana las rupturas de mi espíritu y de mi cuerpo.
Refresca mi mente y mis entrañas.
Apaga las seducciones que me precipitan al vacío.
Disuelve los miedos que me paralizan.
Aligérame de leyes y cargas.
Lava mis ojos y mi corazón.
Fija mi deseo sólo en Ti.
Y acoge en tu regazo lo que soy y lo que fui,
para que tenga vida y florezca.
Florentino Ulibarri