No camines delante de mí,
que no podré seguirte.
No camines detrás de mí,
pues no sabré adonde ir
Camina, Señor, junto a mí,
para ser mi amigo y guía.
Así yo podré seguirte
y sabré adonde ir.
Y si un día me desdigo
y cambio de opinión
y te digo que no te necesito,
no me hagas caso, Señor,
¡sigue caminando junto a mí!