En el silencio de la mañana,
cuando sólo el rumor de la calle
se filtra por mis ventanas
como brisa que despeja mi mente,
yo te alabo.
Con mi cuerpo descansado,
con mis sentidos abiertos,
con mi rostro sereno,
con mi sangre latiendo,
con mis entrañas tiernas,
con tu Espíritu dentro,
yo te alabo.
Te alabo por esta nueva posibilidad
de un día por hacer,
por seguir construyendo,
por ensanchar la vida,
por crear encuentros,
por descubrir tesoros,
porque puedo amar y ser amado.
Te alabo
cargando ilusiones,
afrontando las dificultades,
labrando decisiones,
sintiendo tu presencia
ante el dolor,
la ignorancia,
y la indiferencia,
besando tu frente.
Porque eres como eres,
y porque puedo sentir y esperar todo esto,
yo te alabo, Señor,
y me prendo de tu mano.
Florentino Ulibarri