jueves, 1 de octubre de 2015

En el silencio de la noche

En el silencio de la noche,
ahora que todo respira quedamente
intentando dormirse en paz,
y un respeto tierno e inmenso nos invade,
yo te alabo.

Con mi cuerpo roto,
con mis sentidos cansados,
con mi rostro sereno,
con mi sangre dada,
con mis glándulas vivificadas,
con mis entrañas amasadas,
con tu Espíritu dentro,
yo te alabo.

Te alabo,
por tu presencia fiel a lo largo del día,
por tu amor dado gratuitamente,
por tu ternura hecha vida,
por tu perdón limpio y renovado,
por tu paciencia infinita con mis tonterías,
por ser único juez de mis ilusiones y trabajos.

Te alabo
silbando las canciones aprendidas,
compartiendo la vida vivida,
contándote mis penas y alegrías,
presentándote mis manos vacías,
aspirando el perfume de tus dones,
dejando mis desvelos a tu cuidado,
descansando tranquilo en tu regazo.

Porque eres como eres,
y hoy has estado conmigo en todo momento,
yo te alabo.
¡Duérmeme, Señor, con nanas, en tus brazos!

Florentino Ulibarri