domingo, 4 de octubre de 2015

Me agarras por el cuello

Fuera suena el mundo, sus mercados, su prisa,
sus furias que dan a una su zumba y su lamento.
Escucho. No lo entiendo.


La bolsa, las empresas, los partidos, la guerra;
largas filas de hombres cayendo de uno en uno.
Los cuento. No lo entiendo.

El hambre, el paro, la raza, la xenofobia...
condenan siempre a ser reverso de la historia.
Es claro. No protesto.

Sus líderes, sus curas, sus profetas y esbirros
se creen dioses y dueños, imponen silencio.
Observo. No protesto.

Levantan sus banderas, sus sonrisas, sus dientes,
sus tanques, su avaricia, sus cálculos, sus vientres.
Lo veo. No lo creo.

Viven seguros, construyen graneros; ¡soberbios!,
sólo ofrecen las migajas de su banquete.
Lo pienso. No lo digo.

Farsantes de feria, se ríen de la justicia,
imponen sus leyes con engaños y consignas.
Lo veo. No lo digo.

Yo tengo un agujero oscuro y calentito
en el que vivo, como, sueño y estoy tranquilo.
Te rezo muy piadoso.

Pero vienes con ira y me agarras por el cuello,
me lanzas fuera para que entienda, crea y diga.
Te miro. Me sorprendo.

Sobre un poema de Gabriel Celaya