lunes, 5 de octubre de 2015

Nos envías sin miedo para servir

«Id y haced discípulos a todos los pueblos». Con estas palabras, Jesús, te diriges a cada uno de nosotros. Quieres que transmitamos la alegría de encontrarte, la alegría de la fe, para que todos te conozcan, te amen y sean más felices. La fe es una llama que se hace más viva cuanto más se comparte.

¿Adónde nos envías, Jesús? No hay fronteras, no hay límites: nos envías a todos. El evangelio es para todos. No es sólo para los que nos parecen más cercanos, más receptivos, más acogedores. Es para todos. También para quien parece más lejano, más indiferente. Tú buscas a todos, quieres que todos sientan el calor de tu misericordia y de tu amor.

Señor, no tengo ninguna preparación especial y a veces soy una calamidad. Como Jeremías, yo también te digo: «¡Ay, Señor, Dios mío! Mira que no sé hablar, que sólo soy un niño». Y tú nos dices lo mismo que dijiste a Jeremías: «No les tengas miedo, que yo estoy contigo para librarte». «No tengáis miedo», nos dices. Cuando vamos a anunciarte, Tú mismo vas por delante y nos guías. Nunca nos deja solos, nunca dejas solo a nadie. Nos acompañas siempre.

Jesús, no nos has dico: «Ve», sino «Id». Nos envías juntos, en grupo, en comunidad, en iglesia. Juntos hacemos frente a los desafíos. Juntos somos fuertes. Juntos descubrimos recursos que pensábamos que no teníamos.

Nos envías para servir. Evangelizar no son sólo palabras, es dejar que nuestra vida se identifique con la tuya, es tener tus sentimientos, tus pensamientos, tus acciones. Y tu vida, Jesús, es una vida para los demás, es una vida de servicio. Ayúdanos a superar nuestros egoísmos, para servir, inclinándonos para lavar los pies de nuestros hermanos, como tú hiciste, como tú haces, Jesús.

Danos un corazón que sepa acoger la fuerza que nos ofreces para arrancar y arrasar el mal y la violencia; para destruir y demoler las barreras del egoísmo, la intolerancia y el odio; para edificar un mundo nuevo.
Te damos gracias, Jesús, porque, a pesar de nuestras miserias, cuentas con nosotros, cuentas conmigo. La Iglesia cuenta con nosotros. El Papa cuenta con nosotros. Señor, que sepamos estar a la altura, que sepamos responder con generosidad y prontitud.

María, Madre de Jesús y Madre nuestra, acompáñanos siempre con su ternura. Amén.

Inspirada en una homilía del Papa Francisco en la JMJ Rio de janeiro 2013