lunes, 29 de julio de 2024

¡Vamos a tu fiesta, Señor!

 

Hoy has preparado un banquete,
Es tu hijo quien se casa,
y la ocasión es única
para hacernos presente
tu generosidad y gracia.
 
Ya está la entrada engalanada,
los jardines adornados
y la sala del banquete preparada.
La mesa lista para el banquete
con los mejores manjares que se conocen
y un vino reserva excelente.
Todo en abundancia.
 
Los criados han partido
para invitar a tus amigos,
que son muchos y muy distintos
y están dispersos por el amplio mundo.
¡Venid a la fiesta! ¡Venid a la fiesta!,
se oye en pueblos y casas,
y como un eco resuena setenta veces siete
y llega a todos los corazones.
 
Atardece, y tu casa está vacía.
Tus amigos, muy ocupados
en sus cosas y haciendas,
declinan la invitación
como si fuese una oferta cualquiera.
Te hacen pasar un mal trago
aduciendo motivos, disculpas y excusas
que suenan a justificar sus conciencias.
 
Sin embargo, hoy, la fiesta se hará;
es tu querer y voluntad decidida.
Tu generosidad y riqueza
no pueden terminar en la basura.
De la calle, de las plazas,
de los rincones más olvidados
y del reverso de la historia
llegarán tus invitados:
hombres y mujeres, ancianos y niños
de toda raza, color y oficio,
que oyen a tus mensajeros
y se sienten sorprendidos.
 
Los que a nada sois invitados...
¡Venid a la fiesta!
Los que estáis solos y sin futuro...
¡Venid a la fiesta!
Los que tenéis hambre y no trabajo...
¡Venid a la fiesta!
Todos los despreciados y humillados...
¡Venid a la fiesta!
Los sin nombre y sin historia...
¡Venid a la fiesta!
¡Vamos a tu fiesta, Señor!
 
Florentino Ulibarri (adaptación)