No esperaste a que la gente viniera a Ti.
Tú nos envías, como Tú y Contigo,
a proclamar y a trabajar por tu Reino,
donde todas las personas puedan sentirse valoradas por el Padre
y formando parte de una gran fraternidad universal,
de hermanas y hermanos que se ayudan mutuamente.
Tú nos envías, como Tú y Contigo,
allá donde las personas sufren por tantas razones:
enfermedad, soledad, desesperación, pobreza, injusticias…
orgullo, desconfianza, pereza y tantos otros pecados.
Que sepamos acercarnos, escucharles, aliviarles,
que podamos anunciar con obras y palabras
el amor y la vida nueva que Tú nos regalas.
Amén.