jueves, 5 de mayo de 2016

Dios en huelga

Tú, oh Dios, hace tiempo que podías
haber decidido declararte en huelga,
pues ¡vaya trato que te hemos dado!

Podías haberte plantado y haber dicho:
"¡Ya está bien; se acabó!
Estoy harto de esta gente de la tierra.
No voy a estar pendiente de ellos ni de sus cosas.
Voy a pararme, voy a dejarlos solos,
voy a cortarles mi amor,
voy a cruzarme de brazos,
voy a cerrar las esclusas de mis dones,
voy a dejar mi trabajo, puesto que no me lo reconocen.
Y voy a reírme de sus tonterías...,
de sus problemas
y plegarias...".

Lo cierto es que estarías en tu derecho
si hablamos de justicia y juego limpio,
porque nadie ha sido más atropellado
o tratado con más desprecio que Tú, oh Dios;
y aún sigues regalándonos, a manos llenas,
todos los dones de tu gracia y Espíritu,
y escribiendo en tu libro de oro nuestras buenas acciones
para que nadie, nadie, las olvide;
y todo ello gratuitamente.

¡Oh Dios, no te declares en huelga!