Volver cada día a tu regazo.
Marchar y volver,
volver y marchar.
Nuestra vida es un continuo abandono de tu casa
y de tu compañía.
Tomamos la hacienda y nos vamos,
y la malgastamos.
Malgastamos el tiempo y la vida,
la inteligencia, las fuerzas, el dinero.
Malgastamos el amor...
Y no labramos tus campos,
y no cultivamos la hacienda, tuya y nuestra,
y pasamos hambre...
El hambre nos trae tu recuerdo.
¡Qué vergüenza que sea precisamente el hambre,
la soledad,
la falta de dinero para volver a malgastarlo!
Estómago, corazón y cartera...
¡Qué vergüenza que seas Tú!
Pero volvemos y te damos un abrazo apretado.
Y tú estás contento, muy contento
aunque sepas que volvemos por hambre.
Y pones música
y una buena mesa,
la fiesta de la familia,
aucaristía de retornos, abrazos, aleluyas.
¿Mañana nos iremos otra vez?