Soy la más pequeña, sin duda,
pero Dios me ha mirado,
y yo grito mi alegría.
Comparto la pobreza de mi pueblo,
el pequeño Israel, "su siervo",
pero Él con su misericordia me ha mirado,
y yo desbordo de gozo
como en el día de boda,
y proclamo con fuerza la belleza de su amor.
Él que es Poderoso, ha escogido a lo pequeño,
a la más pequeña,
para lucirse en sus obras,
para lucir su misericordia,
maravillas de su amor.
Todos me llamarán dichosa,
pero es cosa de su amor.
Y anuncio que hay motivos de alegría para todos,
porque la misericordia de Dios no tiene límites.
Mañana todo puede cambiar:
los que se recuestan orgullosos en sus poltronas
rodarán por el suelo, despreciados y olvidados,
en cambio los humildes y sencillos
serán ensalzados .
Algún día, así está escrito,
los hambrientos y mendigos
se sentarán en el banquete del reino,
y los avarientos, especuladores,
mendigarán una migaja de cariño.
Mañana, yo lo espero,
las promesas de Dios se cumplirán,
como en tiempo de los padres,
que su misericordia no se agota.
Y nos bendecirá de nuevo,
y nos visitará de nuevo,
y se quedará ya con nosotros para siempre.