martes, 30 de julio de 2024

Dame fuerza para no dejarme arrastrar por tantos comportamientos incoherentes

 

Señor, gracias por tantas personas buenas, que hacen lo que dicen, que son coherentes en las pequeñas y grandes decisiones de la vida. Hablan de humildad y reconocen sus límites, hablan de solidaridad y no pasan de largo frente a quienes sufren, hablan de tolerancia y agradecen las opiniones que no coinciden con las suyas, hablan del Evangelio no solo con las palabras, también la vida... Gracias, Señor.
 
Dame fuerza para no dejarme arrastrar por tantos comportamientos incoherentes, que poco a poco la sociedad va aceptando: utilizar la mentira para defender tu ideología o tus intereses, pensar únicamente en tus propias necesidades y ser indiferente frente al dolor de los demás, vivir atropelladamente sin tener tiempo para pensar, sentir y rezar… Ayúdame, Señor, a no hacer lo que tanta gente hace.
 
Finalmente, Señor, ayúdame a descubrir mis contradicciones y a crecer en coherencia, a ser como Tú, con tu gracia. Amén.

¡Yo merezco algo mejor!

 

Siempre nos parece que son los otros los que escogen los primeros puestos, Señor. Tenemos mucha facilidad para darnos cuenta. Pero también yo, en algunas ocasiones, deseo y busco posiciones de privilegio, no me gusta que me traten como uno de tantos. Muchas veces pienso: ¡Yo merezco algo mejor! Ayúdame a reconocer estas actitudes en la vida cotidiana.
 
Tú, que te despojaste de tu categoría de Dios y tomaste la condición de servidor, ayúdame a estar donde tú estarías, en mi familia, con mis amigos, en la comunidad y en la sociedad. Amén.

Sólo quien ama permanece atento a la persona amada,

 

Despierta, Señor, nuestros corazones,
que se han dormido en cosas triviales
y ya no tienen fuerza para amar con pasión.
 
Despierta, Señor, nuestra ilusión,
que se ha apagado con pobres ilusiones
y ya no tiene razones para esperar.
 
Despierta, Señor, nuestra sed de ti,
porque bebemos aguas amargas
que no sacian nuestros anhelos profundos.
 
Despierta, Señor, nuestras ansias de felicidad,
porque nos perdemos en diversiones fatuas
y no abrimos los secretos escondidos de tus promesas.
 
Despierta, Señor, nuestro anhelo de verte,
pues tantas ocupaciones nos rinden
y casi no sacamos tiempo para contemplar y rezar.
 
Despierta, Señor, nuestro amor,
pues sólo quien ama permanece atento a la persona amada,
para recibirla y servirla con prontitud y alegría.
 
Despierta, Señor, nuestra capacidad de asombro,
para descubrirte ceñido, con traje de faena,
dispuesto a sentarnos a tu mesa y servirnos.
Amén.

¿Adónde me conduce este camino?

 

Señor, veo la codicia en las personas que me rodean
y advierto las calamidades que la codicia provoca
en las familias, en los pueblos, en el mundo:
enfrentamientos, divisiones, guerras…
 
Tengo que reconocer que también yo soy codicioso.
Codicio dinero, bienes materiales, relaciones, reconocimientos…
En vez de agradecerte los dones que me regalas,
en vez de ser buen administrador que comparte y reparte,
me creo dueño absoluto de lo que he recibido.
En vez de apoyarme en Ti, pongo mi confianza en las riquezas.
 
¿Adónde me conduce este camino?
Poco a poco me voy sintiendo vacío, solo, triste…
Sí, Señor, tienes razón: la felicidad no depende de los bienes.
Recuérdamelo una y otra vez, que soy olvidadizo.
Y fortalece mi confianza en Ti y en tu providencia,
para que en vez de acumular, agradezca y comparta.
Amén.

Que sepa recibir techo, cariño y pan,

 

Tú, Jesús, que me llamas a darlo todo,
a trabajar de sol a sol en la viña del Padre,
a entregarme hasta el extremo, como Tú y Contigo,
también me pides que me deje cuidar,
que sepa recibir techo, cariño y pan,
de quienes me abren la puerta de su casa y de su corazón.
 
Señor, que tenga el corazón siempre abierto,
para recibir y regalar vida y amor, sin medida.
Amén.

Acercándome a las personas que me pueden motivar

 

Señor, también yo vivo preocupado por la apariencia
y no me ocupo del cuidado del corazón.
Dedico más tiempo a maquillarme que a mejorarme,
a aparentar bondad que a ser bueno,
a cuidar más las ramas que las raíces,
a vivir más de cara afuera que de cara adentro.
 
Hazme comprender, Señor, que no desperdicio el tiempo
cuando me dedico a reflexionar y a pensar,
a sopesar las consecuencias de lo que hago y de lo que no hago;
cuando procuro espacios de silencio y de quietud,
para poder escuchar, escucharme y escucharte.
 
Ayúdame, Señor, a cuidar y a alimentar mi espíritu,
leyendo buenas lecturas, viendo bellos paisajes,
acercándome a las personas que me pueden motivar
y a todas aquellas a las que puedo ayudar,
dejando que tu amor me purifique y me dé vida. Amén.

lunes, 29 de julio de 2024

¡Vamos a tu fiesta, Señor!

 

Hoy has preparado un banquete,
Es tu hijo quien se casa,
y la ocasión es única
para hacernos presente
tu generosidad y gracia.
 
Ya está la entrada engalanada,
los jardines adornados
y la sala del banquete preparada.
La mesa lista para el banquete
con los mejores manjares que se conocen
y un vino reserva excelente.
Todo en abundancia.
 
Los criados han partido
para invitar a tus amigos,
que son muchos y muy distintos
y están dispersos por el amplio mundo.
¡Venid a la fiesta! ¡Venid a la fiesta!,
se oye en pueblos y casas,
y como un eco resuena setenta veces siete
y llega a todos los corazones.
 
Atardece, y tu casa está vacía.
Tus amigos, muy ocupados
en sus cosas y haciendas,
declinan la invitación
como si fuese una oferta cualquiera.
Te hacen pasar un mal trago
aduciendo motivos, disculpas y excusas
que suenan a justificar sus conciencias.
 
Sin embargo, hoy, la fiesta se hará;
es tu querer y voluntad decidida.
Tu generosidad y riqueza
no pueden terminar en la basura.
De la calle, de las plazas,
de los rincones más olvidados
y del reverso de la historia
llegarán tus invitados:
hombres y mujeres, ancianos y niños
de toda raza, color y oficio,
que oyen a tus mensajeros
y se sienten sorprendidos.
 
Los que a nada sois invitados...
¡Venid a la fiesta!
Los que estáis solos y sin futuro...
¡Venid a la fiesta!
Los que tenéis hambre y no trabajo...
¡Venid a la fiesta!
Todos los despreciados y humillados...
¡Venid a la fiesta!
Los sin nombre y sin historia...
¡Venid a la fiesta!
¡Vamos a tu fiesta, Señor!
 
Florentino Ulibarri (adaptación)

Dame ojos y oídos atentos, para escuchar la palabra del Padre,

 

Señor, no somos grandes por ser “la madre de” o el hijo de”.
Tampoco somos grandes por nuestros títulos o cuentas corrientes.
Somos grandes en la medida que tenemos una mirada compasiva,
que descubre tu palabra en los dolores y esperanzas de la gente.
Somos grandes cuando estamos dispuestos a amar y servir.
 
Dame ojos y oídos atentos, para escuchar la palabra del Padre,
como María y con María, como Tú y Contigo.
Que hacer la voluntad del Padre sea mi alimento cotidiano,
como María y con María, como Tú y Contigo.
Amén.

Que sepa contemplar como María los misterios gozosos del Rosario.

 

Señor Jesús, gracias por hacerte humano,
por plantar tu tienda entre nosotros.
Quisiera recorrer tu vida terrena,
desde Belén al Monte de la Ascensión
con la compañía y la mirada de María.
 
Que sepa contemplar como María
los misterios gozosos del Rosario.
Que tu ternura de niño pequeño
transforme mi corazón endurecido.
 
Que sepa contemplar como María
los misterios luminosos del Rosario.
Que tu modo de vivir me enamore
y siga tus pasos decididamente.
 
Que sepa contemplar como María
los misterios dolorosos del Rosario.
Que sepa amar y entregarme a tu estilo,
sin reservarme nada, hasta el extremo.
Que sepa contemplar como María
los misterios gloriosos del Rosario.
Que te descubra vivo entre nosotros
y sepa contagiar tu esperanza. Amén.

Concédeme el privilegio de ser llamado “amigo de pecadores”,

 

Seguimos dejándonos llevar por las apariencias, Señor.
Muchas veces rechazamos a quienes “no son como nosotros”,
apartamos a la gente que nos puede causar problemas,
tememos que nos critiquen si nos acercamos a determinadas personas,
nos dejamos llevar por “el qué dirán”,
pensamos más en nuestra fama que en el bien de los demás.

En cambio Tú, Señor, te acercas a todas las personas;
es más, prefieres a quienes son excluidos por cualquier causa.
Tú no has venido a condenar, sino a salvar a todos,
también a mí, con todas mis pobrezas e incoherencias.
Enséñanos a dejarnos llevar por tu mismo Espíritu.
Concédeme el privilegio de ser llamado “amigo de pecadores”,
como Tú y Contigo. Amén.

viernes, 26 de julio de 2024

Señor, gracias por los ángeles que cuidan

 

Señor, en la fiesta de los ángeles custodios,
dame un corazón y una mirada de niño,
que sepa sorprenderse y acoger
a tantos ángeles que me acompañan,
me protegen, me guían y me cuidan,
desde el cielo y desde la tierra,
sin hacer ruido, sin dejarse notar.
 
Y que también yo sea un ángel
para las personas con las que me encuentre;
que sepa acompañar, cuidar y proteger,
sobre todo a los más pobres y necesitados.
 
Señor, gracias por los ángeles que cuidan
y ayúdame a ser un ángel bueno para mis hermanos,
como Tú y Contigo. Amén.

Conviértenos al camino de la humildad, la confianza y el amor.

 

Cuando nos creemos más santos que los demás,
cuando hablamos de amor, pero no ayudamos ni nos dejamos ayudar,
cuando no apreciamos los talentos del prójimo,
cuando estamos demasiado seguros de nosotros mismos,
cuando no nos reconocemos pecadores ni nos convertimos,
cuando creemos que nos salvamos por nuestras obras,
cuando nos creemos más sabios que Tú, Señor…
 
Entonces se hacen realidad tus palabras:
el publicano que reconoce su error va por delante,
la prostituta que se deja amar y salvar va por delante,
el pobre que se alegra con las victorias ajenas va por delante,
la discípula siempre dispuesta a aprender va por delante,
el pecador que se arrepiente de corazón va por delante,
el niño que se deja abrazar por su madre va por delante,
la persona que se estremece ante tus palabras va por delante…
 
Señor, no permitas que el orgullo nos cierre el paso de tu Reino.
Conviértenos al camino de la humildad, la confianza y el amor.
Amén.

martes, 23 de julio de 2024

Señor, líbrame del deseo de sobresalir, de distinguirme,

 

Señor, Tú quisiste pasar “como uno de tantos”,
pero llamaba la atención tu forma de hablar y de vivir;
tanto que hasta tus enemigos querían conocerte.
 
Señor, líbrame del deseo de sobresalir, de distinguirme,
de pretender la fama a cualquier precio.
 
Pero, si he de llamar la atención,
que la llame por ser como tú;
por decir la verdad con dulzura, como tú;
por acercarme a los más necesitados, como tú;
por ser libre frente a los poderosos y al qué dirán, como tú;
por no estar apegado al dinero y a la comodidad, como tú;
por buscar más el amor que el placer, como tú;
por luchar contra el mal sólo con las armas del bien, como tú;
por tener paciencia con los que no acaban de aprender, como tú;
por perdonar setenta veces siete, como tú;
por trabajar en comunidad por la comunidad, como tú;
por dar la vida con alegría hasta el final, como tú;
por confiar siempre en Dios Padre hasta en los peores momentos, como tú.
 
Señor, gracias por esos hombres y mujeres que has puesto en mi camino,
que me han resultado atrayentes y me han acercado a ti.
¡Ojalá haya personas que quieran conocerte por lo que ven en mí!

Tú nos envías, como Tú y Contigo,

 

No esperaste a que la gente viniera a Ti.
te acercaste, Señor.
Tú nos envías, como Tú y Contigo,
a proclamar y a trabajar por tu Reino,
donde todas las personas puedan sentirse valoradas por el Padre
y formando parte de una gran fraternidad universal,
de hermanas y hermanos que se ayudan mutuamente.
 
Tú nos envías, como Tú y Contigo,
allá donde las personas sufren por tantas razones:
enfermedad, soledad, desesperación, pobreza, injusticias…
orgullo, desconfianza, pereza y tantos otros pecados.
Que sepamos acercarnos, escucharles, aliviarles,
que podamos anunciar con obras y palabras
el amor y la vida nueva que Tú nos regalas.
Amén.

lunes, 22 de julio de 2024

Dame tu luz para acoger y comprender,

 

Señor, abre mi sensibilidad,
para oír, para escuchar,
para no manipular lo que oigo,
para acoger la palabra del otro,
para recibir tu Palabra,
cómo un regalo precioso.
 
Que sepa oír y escuchar,
aunque no entienda el mensaje a la primera,
aunque no coincida con lo que pienso,
aunque sea crítico conmigo,
aunque me reclame un cambio.
 
Dame tu luz para acoger y comprender,
para escucharte en la palabra de quienes me rodean
y en cada sonido del universo. Amén.

Que siga haciendo el bien como Tú y Contigo.

 

Señor Jesús,
sabes bien cuál es tu misión:
curar, animar, aliviar, anunciar, construir el Reino.
Y muchos no entienden, están al acecho.
Y tú sigues adelante, no te dejas intimidar;
asumes las consecuencias,
eres fiel a la misión recibida.
Es más importante el bien que haces
que las críticas y perjuicios que puedas sufrir.
 
Señor, perdóname,
porque a veces también yo estoy al acecho
contra personas que solo están haciendo el bien.
 
Y dame fuerza para cumplir la misión encomendada,
aunque a veces sienta que algunas personas me acechan.
Que siga haciendo el bien como Tú y Contigo.
 
Amén.

Danos fuerza para optar por la comunidad

 

Señor, sácanos de la cárcel del individualismo,
que nosotros mismos nos fabricamos poco a poco.
Enséñanos que el amor y el individualismo son incompatibles.
 
Danos fuerza para optar por la comunidad,
aunque parezca más difícil, más lento…
Necesitamos la comunidad para crecer y para amar.
 
Gracias por las personas que has puesto en el camino,
que nos han enseñado a tener el corazón abierto,
a compartir la aventura de creer, de amar, de vivir.
 
Danos fuerza para construir comunidades sanas,
en las que todos aportan, enseñan y corrigen,
en las que todos reciben, aprenden y son corregidos.
 
Amén.