lunes, 30 de septiembre de 2024

Señor, ayúdanos a crecer en familia.

 

Señor, ayúdanos a crecer en familia.
 
Ayúdame, a confiar en mis posibilidades de crecer en sabiduría, en fuerza, en mi relación contigo. Que no me encierre en mis errores, que nunca me considere incapaz de mejorar, de ser feliz, de llevar a los demás un poco de alegría y esperanza.
 
Ayúdame también, Señor, a procurar el crecimiento de las personas que forman parte de mi familia y de mi comunidad de vida. Que no pretenda evitarles los problemas, sino acompañarles para que puedan afrontarlos. Que sepa ayudarles a descubrir sus capacidades y posibilidades de mejorar. Que sepa comunicarles esperanza en los fracasos y los momentos difíciles.
 
Señor, ayúdanos a crecer en familia, apoyándonos los unos en los otros, con humildad, generosidad y confianza.

El amor no deja las tareas para luego.

 

Señor Jesús, el amor nos hace correr;
para encontrarnos con la persona amada,
para disfrutar de su presencia y su palabra,
para ayudarle o para buscarle ayuda.
El amor no deja las tareas para luego.
 
Señor, ayúdame a escuchar tu voz y a responderte,
con la decisión y generosidad de Juan Evangelista.
Cuando lo llamaste, a orillas del lago Tiberiades,
inmediatamente dejo la barca y a su padre y te siguió.
 
Señor, ayúdame a cuidar mi relación contigo,
a dejarme amar por ti, como Juan, sin demoras.
Tú me amas como si yo fuera tu único amigo
y como si tú fueras el único amor que hay en mi vida.
 
Señor, que cumpla mi misión prontamente, como Juan.
Dame valentía y humildad para compartir la fe.
Que no pueda dejar de hablar de tu Evangelio,
que no deje de servir a quienes me necesitan.
Como Tú y Contigo. Amén.

Llegas.

 

Llegas,
acampas en mi tierra,
sacudes mis cimientos,
rompes mis fronteras,
abres mis encierros.
 
Llegas,
y avivas
el hambre de Dios,
de verdad, de hermano,
de justicia,
de vida.
 
Llegas
y sanas
heridas añejas
y tristezas nuevas.
 
Llegas,
amas
mi pobreza,
mi ayer entero,
el ahora en su calma
y su tormenta,
el mañana posible.
 
Llegas
y conviertes
el sollozo en fiesta
la muralla en puerta
la nada en poema.
 
Llegas
cargado de Ti, y de otros…
Palabra con mil promesas
humanas, eternas…
 
Llegas,
despiertas el amor dormido
y te quedas.
(José María R. Olaizola, sj)

lunes, 23 de septiembre de 2024

Ser testigos de tu luz

 

Señor, gracias por todas las personas que Tú nos envías, para ser testigos de tu luz: amigas y amigos que nos aman y acompañan más allá de nuestros errores, pobres que nos recuerdan la necesidad de convertirnos, personas que nos llevan la contraria y nos ponen a prueba, mujeres y hombres santos de la puerta de al lado…
 
Ayúdanos, Señor, a descubrir, qué nos quieres decir a través de la palabra, del amor, de la rabia, de la alegría y del dolor de cada persona.
 
Y, ya que me has llamado también a mí a ser testigo de tu luz, condúceme y guíame, para que mis palabras y obras no sean obstáculo, sino puente, que acerque a muchas personas a amar más y mejor, a encontrarse contigo, a vivir la alegría del Evangelio. Amén.

Cuando tú quieras, donde tú quieras, como tú quieras

 

Nos preocupamos demasiado por el futuro, Jesús.
Queremos seguridades para poder vivir con tranquilidad:
trabajo fijo, reservas en el banco, casa en propiedad,
vacunas para todas las enfermedades posibles, seguros...
 
Hasta en nuestra relación contigo, queremos seguridades:
Pretendemos tener controlado lo que puedas hacer o decir.
¡Qué poco confiamos en la providencia del Padre!
 
Señor, ayúdanos a abandonarnos en manos de Dios,
como una criatura se refugia en el regazo de su madre
y se siente segura, aún en medio de la tormenta.
Ayúdanos a controlar menos y a confiar más.
 
Danos un corazón abierto a tu eterna sorpresa,
para gozar de tu presencia, de tu palabra y de tu amor,
cuando tú quieras, donde tú quieras, como tú quieras.
Amén.

No permitas que nos quedemos quietos.

 

Señor, Tú diste tu vida para construir el Reino,
para hacer realidad el proyecto del Padre,
para que todas las personas podamos sentirnos amadas
y nos amemos y ayudemos mutuamente, como hermanas.
A lo largo de la historia, tu Reino de fraternidad ha ido creciendo,
gracias a tantos hombres y mujeres que han dado su vida,
como Tú y Contigo.
 
Pero también es cierto que el Reino de Dios padece violencia:
la humanidad se deshumaniza, crece la indiferencia,
los avances técnicos y médicos llegan sólo a unos pocos,
se modifican con sutileza las formas de dominio…
 
Señor, no permitas que nos quedemos quietos.
Que nos comprometamos en el cuidado de los más vulnerables,
sembremos amor, verdad y esperanza a manos llenas,
y denunciemos toda forma de esclavitud y violencia,
como Tú y Contigo. Amén.

Que sepamos preparar los caminos y allanar los senderos

 

Perdona, Señor, mi superficialidad en este Adviento.
Dejo pasar los días sin hacer nada o casi nada para encontrarte.
No vivo con la ilusión de la madre que espera el nacimiento de un hijo.
No me preparo como las personas que aguardan al amor de su vida.
 
Caldea, Señor, este corazón que se ha ido enfriando poco a poco,
ayúdanos a saborear de nuevo tu cercanía y tu ternura,
muéstranos cómo recuperar la ilusión y el amor perdidos.
Que sepamos preparar los caminos y allanar los senderos,
y te encontremos en el silencio, en los pobres, en la comunidad, en nuestro interior. Amén.

Gracias

 

Señor Jesús, sientes compasión y te pones manos a la obra.
Te dejas tocar por nuestra hambre, por nuestra desesperanza,
Tu corazón es sensible a nuestra soledad y a nuestro dolor.
Tu compasión te pone en marcha inmediatamente.
 
Cura nuestra mirada ciega, que no ve el dolor ajeno,
Sácanos de la indiferencia, que nos encierra y aísla,
Ayúdanos a quitar las excusas que ponemos para no actuar.
 
Gracias por los hombres y mujeres que se compadecen de verdad,
que ponen a las personas necesitadas por delante de todo.
Gracias.

Ayúdame a permanecer despierto y atento.

 

Señor, sé que puedes venir a cualquier hora
y en cualquier circunstancia, alegre o triste.
 
Pero este año, te buscaré por caminos nuevos,
que normalmente no me gusta recorrer.
 
Te buscaré cuando no consiga mis propósitos
y sienta que he fallado, que te he fallado otra vez.
 
Cada día abriré espacios para huir del ruido
y te buscaré en el silencio, donde resuena tu voz.
 
Te buscaré en no tanto en “personas extraordinarias”,
sino en aquellas que forman parte de mi vida cotidiana.
 
Ayúdame a permanecer despierto y atento,
para acogerte con un corazón bien dispuesto.

viernes, 20 de septiembre de 2024

¡Cuántos signos de vida!

 

Tú nos invitas a observar la Naturaleza, a aprender de su belleza y sus ritmos, del devenir de las estaciones, el germinar de las semillas y el crecimiento de las plantas.
 
Señor Jesús, ayúdame a descubrir todo lo que está despuntando en mi corazón: nuevos sueños, nuevas ilusiones para proyectos comenzados hace tiempo, nuevos deseos de amar, de servir a los pequeños, de entregarme a Ti. Agradezco todos los brotes de vida que van germinando y creciendo en mí, para ser yo misma, para ser más feliz, para dar más fruto.
 
Señor Jesús, limpia mi mirada, para que, a pesar de todas las corrupciones y todos los escándalos, sepa ver los brotes de vida que crecen en la higuera de nuestra sociedad, en la higuera de nuestra iglesia: personas mayores que comparten todo su tiempo y su sabiduría con los demás; jóvenes que van contracorriente, se acercan a Dios y dedican tiempo a los demás; niños que no pasan de largo ante las lágrimas de un compañero, enfermos que animan a sus familias, personas que en su trabajo no se conforman con cumplir… ¡Cuántos signos de vida! ¡Gracias, Señor!

Que te encuentre

 

Que te encuentre, Señor, al lado
de quien no tiene fuerzas,
de quien avanza triste y cargado,
de quien se queda caído en la orilla,
de quien no puede curar sus heridas,
de quien no sabe hacia dónde camina.
 
Que te encuentre, Señor, al lado
de la situación que nos abruma,
de la emergencia que surge cada día,
de lo inesperado que nos desborda,
de lo que todos dejan pasar de largo,
de lo que se esconde para que no se vea.
 
Que te encuentre, Señor, al lado
de quien está desfigurado,
de quien no tiene voz ni peso,
de quien clama abatido,
de quien es rechazado por todos,
de quien ya no sabe qué hacer.
 
Que sepa estar, Señor, al lado
humildemente, como me enseñaste,
sin arrogarme privilegios,
con el corazón tierno y atento,
siendo servidor de todos,
como el último de tus amigos,
sintiéndome tu elegido.
 
Florentino Ulibarri (adaptación)

La tarea no es nada fácil, necesito arrojo y valor.

 

O soy la persona más tranquila del mundo.
Soy la personificación de la tranquilidad.
Ciudadano calmado, sin manías, sin extremismos,
tranquilo y pacífico. Ese soy yo.
Si hay miseria a mi alrededor, yo ayudo un poquito
y luego me tranquilizo al saber que pocos hacen lo que yo.
En una época de tanto egoísmo,
yo soy de veras un tipo leal y sincero.
¡Incluso rezo todos los días, cosa que pocos hacen!
Pero tú, Jesús, te has acercado a mí...
y me has pedido ser profeta, para gritar tu verdad,
anunciar tu Buena Nueva, ser testigo ante el mundo.
¡Pero Jesús! ¿Yo?... Tal vez este no sea el mejor trabajo,
no sé si sabré hacerlo, además necesitaré prepararme...
La tarea no es nada fácil, necesito arrojo y valor.
Y yo sólo tengo una cosa: miedo.
Desde luego, ser profeta...
es poner tus palabras en nuestra boca,
tus obras, en nuestros hechos,
es ser como tú fuiste. ¡Y acabaste en la cruz!
Mira Jesús, que todo esto es demasiado...
a mí me gustaría, ¡pero es que...
yo no tengo sangre de profeta!
Jesús, Tú escuchas con paciencia mis excusas,
y me miras con un inmenso cariño.
Tienes paciencia conmigo y me ayudas a entender
que sólo tiene vida el que la arriesgar por amor,
que Tú siempre estarás a mi lado
que tu fuerza será mi fuerza,
que tu sabiduría será la mía,
que todo lo puedo cuando voy contigo. Amén

Trabajar por la justicia más que por mis intereses

Señor, ayúdanos a recorrer los caminos de la Paz:
defender la verdad aunque me perjudique,
amar con un corazón generoso,
mirar la realidad que nos cuestiona,
perdonar como quisiéramos ser perdonados,
aprender de quienes piensan distinto,
trabajar por la justicia más que por mis intereses,
buscar cada día una verdad más grande,
ponerse en el lugar de quienes sufren,
aceptar tu ayuda y la de los hermanos,
aborrecer el pecado y ayudar al pecador,
ser más consciente de lo que siento y vivo,
mantener a raya el rencor y el odio,
reconocer mis fallos y los aciertos ajenos,
pensar que estamos de paso,
verte reflejado en cada persona…

viernes, 13 de septiembre de 2024

También me impresiona tu modo de ayudarle.

 

Y yo, ¿pido ayuda con humildad y confianza?, ¿ayudo a los demás teniendo en cuenta sus deseos y necesidades?
 
Señor Jesús, me impresiona la humildad y la confianza del ciego. Sabe que puedes curarlo. No puede perder la oportunidad de encontrarse contigo. Supera la incomprensión de quienes le regañan. Supera –quizá– el pesimismo de creer que no tiene remedio. 
 
Y yo, que te tengo a mi lado siempre, ¿qué hago para encontrarme contigo con humildad y confianza?
 
También me impresiona tu modo de ayudarle, Jesús. Te paras, no le atiendes deprisa y corriendo. Le preguntas y lo escuchas, tienes en cuenta sus deseos. Reconoces y valoras su fe… y el ciego recobró la vista.
 
Y yo, ¿cómo trato a las personas necesitadas?
 
Finalmente, tanto el ciego curado como el pueblo glorificaban a Dios.
 
Y yo, ¿doy gracias a Dios por todos esos milagros cotidianos que haces en mi favor, en favor de quienes me rodean?

No permitas que.

 

Tú nos has confiado muchos talentos, muchas capacidades, muchas posibilidades de crecer y servir. (los recordamos)
Hay talentos muy vistosos: la simpatía, la facilidad de palabra, la fuerza física... Otros talentos están más ocultos: la capacidad de amar, de escuchar, de rezar, de sonreír...
No permitas que, en vez de agradecer los talentos recibidos, esté continuamente echando de menos los que han recibido otros.
 
Te pido perdón porque no he trabajado todos los talentos, porque muchos han acabado escondidos bajo tierra.
 
Señor, gracias por todos los talentos que he recibido a lo largo de mi vida. Dame sabiduría para reconocer hasta los talentos más ocultos y aquellos que crecen en mí cuando me acerco a ti y a los hermanos.
Señor, gracias por todas las personas, por todas las situaciones complicadas que me ayudan a descubrir y desarrollar talentos nuevos, desconocidos.
Gracias por ayudarme a poner mis capacidades al servicio del prójimo y del necesitado, de un mundo más hermoso, de una iglesia más evangélica y evangelizadora.

Que defienda a la gente oprimida,

 

Oh, Dios, confíame tu juicio, conviérteme en portador de tu justicia.
Que me dirija a las personas con justicia, a tus afligidos con cercanía.
Que por las calles y las casas se extienda tu paz por la justicia.
Que defienda a la gente oprimida,
que salve a las familias pobres y plante cara al opresor.
Señor, que en mi entorno la honradez sea la norma,
y que a nadie le falte lo básico para vivir.
 
Que tu justicia domine de mar a mar, de país a país,
de pueblo a pueblo.
 Y cuando la gente me vea, que intuyan Tu nombre,
que mi vida hable de ti,
Mi palabra cante tu gloria, y mis acciones sean tu bendición.
Tras las huellas de tu Hijo, el primero, el maestro. Amén.
 
Adaptación del Salmo 72

Danos una mirada amplia .

 

Tú mejor que nadie sabes de nuestra debilidad,
a veces sólo tenemos fuerza para resistir y sobrevivir.
Nos absorben nuestras preocupaciones e intereses.
 
Danos una mirada amplia y un corazón generoso,
para sentir el dolor que brota en Gaza, Ucrania, Camerún….
para dolerme ante las injusticias que suceden a mi lado,
para escuchar el clamor de la tierra, tan bonita y tan explotada.
 
Danos una mirada amplia y un corazón generoso,
para conocer mejor el mundo en el que vivimos,
para dejarnos tocar por la generosidad de tanta gente buena,
para construir tu Reino desde nuestra pequeñez.