Nos preocupamos demasiado por el futuro, Jesús.
trabajo fijo, reservas en el banco, casa en propiedad,
vacunas para todas las enfermedades posibles, seguros...
Hasta en nuestra relación contigo, queremos seguridades:
Pretendemos tener controlado lo que puedas hacer o decir.
¡Qué poco confiamos en la providencia del Padre!
Señor, ayúdanos a abandonarnos en manos de Dios,
como una criatura se refugia en el regazo de su madre
y se siente segura, aún en medio de la tormenta.
Ayúdanos a controlar menos y a confiar más.
Danos un corazón abierto a tu eterna sorpresa,
para gozar de tu presencia, de tu palabra y de tu amor,
cuando tú quieras, donde tú quieras, como tú quieras.
Amén.