Perdona, Señor, mi superficialidad en este Adviento.
No vivo con la ilusión de la madre que espera el nacimiento de un hijo.
No me preparo como las personas que aguardan al amor de su vida.
Caldea, Señor, este corazón que se ha ido enfriando poco a poco,
ayúdanos a saborear de nuevo tu cercanía y tu ternura,
muéstranos cómo recuperar la ilusión y el amor perdidos.
Que sepamos preparar los caminos y allanar los senderos,
y te encontremos en el silencio, en los pobres, en la comunidad, en nuestro interior. Amén.