Señor, gracias por todas las personas que Tú nos envías, para ser testigos de tu luz: amigas y amigos que nos aman y acompañan más allá de nuestros errores, pobres que nos recuerdan la necesidad de convertirnos, personas que nos llevan la contraria y nos ponen a prueba, mujeres y hombres santos de la puerta de al lado…
Ayúdanos, Señor, a descubrir, qué nos quieres decir a través de la palabra, del amor, de la rabia, de la alegría y del dolor de cada persona.
Y, ya que me has llamado también a mí a ser testigo de tu luz, condúceme y guíame, para que mis palabras y obras no sean obstáculo, sino puente, que acerque a muchas personas a amar más y mejor, a encontrarse contigo, a vivir la alegría del Evangelio. Amén.