jueves, 24 de octubre de 2019

Gracias, Espíritu Santo

Gracias, Espíritu Santo,
por las maravillas que obraste en tus primeros discípulos
y por las que realizas hoy en nosotros.
Gracias, Espíritu Santo,
porque transformas nuestro corazón cobarde, triste, asustado y encerrado
y nos conviertes en testigos valientes, alegres, decididos, abiertos
de la Buena Noticia, del amor de Dios,
el amor que resucitó a Jesús, a nosotros y a todos sus hijos.

Gracias, Espíritu Santo,
porque mueves a todas las personas que transmiten y contagian su fe,
sin imponerla, con humildad y coherencia.
Gracias por todos los laicos, sacerdotes y religiosos,
por nuestras parroquias y grupos,
que refrescan, animan y alimentan nuestra fe.

Gracias, Espíritu Santo,
porque nos animas a rezar, a llamar Padre a Dios,
a invocar a Jesucristo como Señor de nuestras vidas y de la historia.

Gracias, Espíritu Santo,
porque nos haces capaces de colaborar juntos,
aportando lo mejor de cada uno y sin buscar protagonismos;
rechazando las tentaciones egoístas, la desconfianza y la envidia;
porque nos das la capacidad de ver lo que hay de positivo en el otro,
para acogerlo y valorarlo como regalo de Dios

Gracias, Espíritu Santo,
porque actúas en el corazón de todas las personas
que viven, aún sin conocerlo, el mensaje de las bienaventuranzas.
Gracias por todos los hombres y mujeres humildes y sencillos,
que acogen con alegría la ayuda de Dios y de los hermanos,
porque se sienten pobres y necesitados.
Gracias por las personas sufridas y mansas de corazón,
que muestran su grandeza creando y no destruyendo,
perdonando y no condenando, devolviendo bien por mal.
Gracias por quienes no se conforman con el mal que hay en sus corazones y en el mundo;
por los niños, jóvenes y adultos que lloran y comparten las lágrimas de los que sufren,
que trabajan por la paz, no por una paz aburrida y cobarde,
por la paz que tiene como objetivo y como medio la justicia y la paz.
Gracias por las personas que asumen incomprensiones, rechazos y persecuciones,
a causa de la justicia y de la verdad.

Gracias, Espíritu Santo.
Que nuestro corazón esté abierto, hoy y siempre, para recibirte.