jueves, 24 de octubre de 2019

Quiero rezar y no puedo

Señor, muchas veces me pregunto: ¿por qué me cuesta tanto encontrarme contigo y rezar? Sé  que la oración es un encuentro gozoso, pero lo cierto es que, en muchas ocasiones algo me paraliza por dentro y, en vez de acercarme a Ti, me alejo.

¿Qué ocurre, Señor? ¿Qué es ese algo que me paraliza y me aleja de Ti? ¿Son mis deseos de grandeza, de poder o de placer, que temen ser descubiertos al acercarme a tu luz? ¿Es mi desconfianza hacia Ti y el deseo de organizarme la vida al margen de tu plan de salvación? ¿Es mi “hombre viejo” que se resiste a transformarse en un “hombre nuevo”?

Señor, ahora me doy cuenta de que la oración es un encuentro gozoso, pero también es una lucha, una lucha entre tu Espíritu y mi pecado, entre tu voluntad amorosa y mi quimera de ser autosuficiente, entre mis mejores deseos y mis aspiraciones más mundanas.

Señor, dame una mirada sabia, que me ayude a situarme en esta lucha. No es una lucha entre Tú y yo. No. Tú luchas conmigo y en mi favor, porque Tú voluntad es que yo sea libre y feliz. En cambio, yo, en muchas ocasiones, lucho para hacer realidad mis deseos de grandeza, de poder o de placer, lucho por organizarme la vida al margen de Ti, lucho para seguir siendo un “hombre viejo”, egoísta y triste. ¡Qué tonto soy, Señor; qué necio! Lucho en contra de mí y de Ti.

Señor, cura mi ceguera y perdóname. Señor, dame tu luz y tu fuerza, para luchar contra el pecado que está dentro y fuera de mi corazón; para luchar contigo, en mi favor, en favor de tus hijos más necesitados; para afrontar esta lucha, con decisión y esperanza, en la oración y en la vida. Amén.