lunes, 25 de julio de 2022

Zebedeos

Como la madre de los Zebedeos, tampoco nosotros te conocemos. A veces nos dirigimos a Ti como si fueras un emperador o el genio de los tres deseos. Nos olvidamos de que Tú no tuviste donde reposar la cabeza y moriste sin nada en una cruz. Pedimos honores en vez de pedir capacidad para amar y servir, como Tú y Contigo. Decimos ser tus discípulos, pero no queremos vivir a tu estilo y cargar con tu cruz.

Como la madre de los Zebedeos, también a veces creemos que Dios tiene hijos de primera y de segunda: los que están a su lado, por sus propios méritos, y los que están en las periferias del cielo, por misericordia. Cura nuestra mundanidad, Señor, y ayúdanos a crecer en fraternidad, en una fraternidad de mujeres y hombres, todos distintos y todos iguales en dignidad.

Tienes razón. No sabemos lo que pedimos, porque andamos desorientados: te conocemos escasamente, ansiamos lo que no nos conviene y no sabemos cuál es el Camino de la Vida, de la vida feliz en esta tierra y de la eterna bienaventuranza en el cielo.

¡Conviértenos, Señor, como a Santiago y a Juan! ¡Y que nosotros nos dejemos convertir, como ellos!