Señor, nos guiamos demasiado por el aspecto de la gente.
En cambio, Tú, Señor, nos esperas en cada hombre y mujer;
nos enseñas tantas cosas desde personas sin estudios,
enriqueces nuestra vida desde los más pequeños y humildes,
buscas nuestra acogida en quienes sufren por cualquier razón,
estás presente en todas las personas: deprimidas, tristes, alegres,
emigrantes, pobres, ricos, jóvenes, mayores…
Gracias por las personas que no se dejan llevar por las apariencias,
por las que se conmueven, acogen y cuidan a los demás.