lunes, 26 de abril de 2021

Abrirse a la luz

Señor, Jesús, Tú eres la luz que nos permite ver claro. Tú luz nos ayuda a ver la belleza de cada persona, de cada amanecer, de cada ser. Tú luz nos refleja el verdadero rostro de Dios, del Dios todo Amor, del Dios cercano que camina siempre a nuestro lado. Con tu luz, podemos descubrir en cada persona a un hermano o a una hermana. Dejándonos iluminar por Ti, nos damos cuenta de que estamos creados a imagen y semejanza tuya; que nuestra luz es más grande y poderosa que nuestra oscuridad. Gracias, Jesús, por esta luz que ilumina sin deslumbrar.

Gracias también porque Tú luz deja al descubierto lo que no queremos ver: nuestros sentimientos torcidos, nuestro deseo de poseer y aparentar… Tu luz evidencia, además, la injusticia de la sociedad, el dolor de muchas personas que sufren, las mentiras con las que justificamos lo injustificable. No nos gusta ver esta realidad oscura de nuestro corazón y de nuestro mundo. Perdona nuestro deseo de apagarte, para disfrutar una vida más tranquila, pero menos verdadera, menos humana, menos fraterna.

Gracias, por regalarnos tu luz, por ser nuestra luz. Que sepamos acogerla, disfrutarla y compartirla. Amén.