domingo, 25 de abril de 2021

Ana

Señor Jesús, ¡cómo envidio a mujeres como Ana, una enamorada del Padre, dedicada a su servicio! Cuando te conoció, te reconoció y no paró de hablar de Ti. No pudo guardarse para ella el tesoro que ha descubierto!

Yo, en cambio, pierdo el tiempo en tantas cosas sin importancia… Mi relación contigo es muchas veces fría… Me cuesta sentir que Tú me liberas de tantas ataduras… No percibo la necesidad y la alegría de anunciarte, de hablar de Ti, como hablamos de nuestros hijos o nietos, de las personas que han marcado nuestra vida a mejor.

Gracias por enseñarme que siempre estás presente, siempre disponible; que sólo tengo que abrir mi corazón para recibirte y sentir tu fuerza liberadora. Gracias por las personas que te comunican y te proclaman desde el amor profundo que sienten por Ti. Amén.