domingo, 25 de abril de 2021

Encarnación

Tus padres no encontraron sitio en la posada… y eras Dios.
Tu madre, María, te dio a luz en un establo… y eras Dios.
Te envolvieron en pañales y te colocaron en un pesebre… y eras Dios.
Llorabas, sentías frío y hambre… y eras Dios.
Sonreías y hacías carantoñas, cuando te acariciaban… y eras Dios.
Fuiste presentado en el templo como uno de tantos… y eras Dios.
Fuiste perseguido en tu tierra y tu familia emigró a Egipto… y eras Dios.

Sólo así pudiste desmontar nuestras ideas de Dios, fabricadas a nuestra imagen y semejanza: dioses vengativos, caprichosos, dictadorzuelos, que solo aman a los hijos que les sirven.

Sólo así pudiste mostrarnos que Dios es Amor y Ternura para todos; que Dios está cerca de cada persona y, especialmente, de las que sufren; que Dios se pone a la altura de los pequeños; que Dios cuenta con María, con José, conmigo… que Dios respeta nuestra libertad y nos pide que le cuidemos en los menos favorecidos; que no podemos ser divinos si antes no somos humanos…

Gracias, Jesús, por hacerte humano, por mostrarnos el auténtico rostro de Dios, por enseñarnos en camino de la felicidad más grande.