lunes, 26 de abril de 2021

Dios cercano

Señor, Dios Padre nuestro, en ti vivimos, nos movemos y existimos.  Somos islas rodeadas del mar de tu compasión. Somos pequeñas criaturas que anhelamos y buscamos, más o menos conscientemente, el abrazo, la caricia, el calor y la palabra de nuestro Creador. Deseamos -más que nada en este mundo- el Amor incondicional que sólo Tú puedes darnos.

Sin embargo, a veces estamos cerrados, muy cerrados, para percibirte, para acogerte, para dejarte crecer en nuestra vida, para disfrutar de tu amistad gratuita. Estamos cerrados a causa del dolor, los prejuicios, nuestros intereses egoístas, apegos y dependencias, porque no te conocemos tal como eres.

Abre nuestro corazón clausurado. Cura nuestra ceguera, para percibirte en la belleza de cada ser y en el amor de cada corazón verdaderamente humano. Sana nuestra sordera, para escuchar tu Palabra, que nos invita a estar contigo y a gozar de tu cercanía: “He aquí que estoy a la puerta y llamo. Si alguno oye mi voz y abre la puerta, Yo entraré y cenaré con él y él conmigo”.

¡Quiero acogerte, Señor! ¡Abre todos mis sentidos para percibirte, para acogerte, para amarte, para amar contigo y como tú! Amén.