domingo, 1 de noviembre de 2020

Abiertos a la sorpresa

Señor, ¡qué existencia tan pobre y recortada tendría, si la vida no me rompiera los planes previstos, si Tú no me mostraras caminos nuevos, caminos más fascinantes y enriquecedores de los que yo tenía pensado!

Tú me has acompañado y guiado siempre, Jesús. Gracias por las ocasiones en las que he sentido que has sido tú el que has hablado por mi boca. Gracias por mover mi corazón de la pereza y de la comodidad, para que me acerque a quienes necesitan una palabra de esperanza y gestos concretos de amor.

Sin embargo, a pesar de tener la experiencia de que Tú me has acompañado y guiado siempre, sigo teniendo miedo. Me falta confianza. Ayúdame a estar más abierto a tus palabras, a las necesidades de los que sufren, a las oportunidades que cada día me ofrece la vida para conocerme mejor y amar más.