domingo, 1 de noviembre de 2020

Corregir y dejarse corregir

Señor, ya no soy un niño pequeño;
me creo tan adulto, tan racional, tan seguro…
que esquivo las advertencias y correcciones.

Cuando me critican, me siento rechazado,
me pongo a la defensiva y, a veces, incluso grito;
exijo a quienes me critican que no tengan pecado
y les pago con la moneda del desprecio.

Señor, dame un corazón más humilde,
que sepa reconocer que necesito ayuda,
que tengo necesidad de ser advertido y corregido
(hay tantas cosas que no veo, que no quiero ver).

Que sepa acoger la verdad de cada persona,
que tolere la crítica; más aún: que la busque;
que agradezca de corazón la amistad sincera,
de quien no pasa de largo ante mis equivocaciones,
y cree en mis posibilidades de corregirme y mejorar.

Señor, dame mucha humildad, para dejarme reprender,
y mucho amor para corregir, buscando el bien del que yerra.