Señor, ¡cuánto agradezco que estén pendientes de mí,
sobre todo cuando me cerca la enfermedad, la soledad, la confusión…!
En tantas personas buenas, que están atentas y me acompañan,
escucho tu voz, que me alienta, y siento tu fuerza, que me levanta.
Señor, no permitas que me pierda en mis trabajos, aficiones y problemas.
Que también yo permanezca despierto, vigilante y atento
a las personas que tengo cerca, a las que sufren, a los “signos de los tiempos”,
para escuchar y responder pronta y generosamente a tus llamadas,
para estar siempre en actitud de servicio desinteresado.
Cuando mantengo esta actitud de atención y servicio,
descubro que Tú estás pendiente de mí, me sirves con alegría
y compartes conmigo el gozo inigualable de servir por amor.
Gracias, Señor.