Señor Jesús,
Tú que has comparado tu Reino con un banquete de bodas,
renueva en mí la alegría de saber que me amas más que a tu propia vida;
la alegría de acoger, una y otra vez, el perdón incansable del Padre;
la alegría de sentir la fuerza invencible de tu Santo Espíritu;
la alegría de ser parte de una gran familia, abierta a todos;
la alegría de saber que me conoces, me valoras y cuentas conmigo;
la alegría de poder hacer el bien y alegrar a quienes me rodean;
la alegría de trabajar por extender tu Reino de justicia, fraternidad y paz;
la alegría de escucharte, de hablarte y de anunciarte;
la alegría de experimentar cómo nos salvas de la soledad, el egoísmo y la desesperanza;
la alegría de esperar, tras la oscuridad y la muerte, una luz más clara y una vida más plena.
la alegría, en fin, de vivir amando, como Tú y contigo. Amén.