Señor, también a mí me duele el desprecio de quienes creía buenos amigos. Me duele, me enfada, me desanima.
Pero si me paro a pensarlo, me doy cuenta de que a veces también yo fallo a las personas más queridas: las dejo solas cuando más me necesitan, las critico a sus espaldas...
Señor, perdónanos y ayúdanos a amar más y mejor. Cómo Tú y Contigo.