También yo debería asombrarme y turbarme,
porque Tú te has fijado en mi pequeñez
porque compartes conmigo tu alegría,
porque quieres habitar en mi pobre corazón,
porque Tú sosiegas mis temores,
porque me valoras y me amas,
porque me regalas tu Espíritu,
porque me has dado una misión maravillosa,
porque puedo hacer presente tu amor,
porque puedo encontrarte en cada persona.
Que no me acostumbre, Señor;
que me asombre, me turbe y te dé gracias.
Y te responda con la confianza y el amor de María:
«Hágase en mí según tu Palabra».
